domingo, 20 de enero de 2013

A lo largo del tiempo los docentes han ido ajustando la manera de enseñar y su metodología basándose en el constructivismo. Todavía queda mucho camino por recorrer, pero poco a poco se van cambiado las evaluaciones de poner tan solo un número como nota, a realmente evaluar lo que van aprendiendo los niños cada día.
Los maestros de ahora trabajan con una evaluación continua, y esto hace que los niños tengan más oportunidades a la hora de aprender. Hace poco en la asignatura de observación pude ver una evaluación de no hace mucho tiempo que no me gustó nada, en ésta se podían leer los nombres de los niños de la clase. Se estaba evaluando la lecto-escritura, y lo único que se veía es la fecha de comienzo de curso y al lado de cada nombre lo que sabía sobre este tema cada niño mediante unos ítems. Y para finalizar volvían a repetir lo mismo, pero con fecha de final de curso.
Esta manera de evaluar no le deja saber realmente al maestro si el alumno está aprendiendo y asimilando este proceso, por este motivo es muy importante que se haga una evaluación continua, de este modo el docente podrá conocer, observar y valorar mejor las necesidades educativas, y en consecuencia, proporcionar las ayudas adecuadas propias de una enseñaza de calidad.

Algunas bases para la enseñanza son la autorregulación y la motivación. Es importante que los alumnos estén motivados en todos los aspectos, esto quiere decir que a la hora de hacer alguna actividad, ésta sea motivadora tanto en el desarrollo como en el material.

Leyendo el artículo de  “aprender a regular el propio aprendizaje”, me he dado cuenta de lo importante que es ayudar a los niños a sentirse bien y a pedir ayuda cuando lo necesitan sin ningún temor.
Hace tan sólo unos días mi sobrina de 11 años, trajo un suspenso en la parte de problemas de un examen de matemáticas, mi hermana le preguntó que es lo que había pasado y Sofía (que así se llama mi sobrina) le dijo que no entendía cómo hacerlo. En ese momento su madre le dijo que porqué no se lo decía a la maestra para que se lo explicara y la niña le dijo que ya lo había hecho y que entonces si que lo sabía hacer, pero que cuando llegaba al examen se le había olvidado. Después de leer los artículos que tenemos, he llegado a una conclusión, y es que les seguimos teniendo “miedo” a los maestros, se les sigue viendo como alguien autoritario y no como a alguien cercano. Cuando yo era pequeña, podías preguntar dudas una vez, pero como no lo entendieras rápido ya te lo explicaban con mala gana y otro tono de voz, entonces en mi caso, ya le cogías como miedo a seguir preguntando y preferías quedarte sin saber hacer algo que volver a la mesa del maestro para que resolviera la duda.
A día de hoy creo que hay algunos maestros que siguen con esta metodología de ser una persona autoritaria sin dar mucha ayuda a que los niños pregunten y puedan resolver sus dudas.

Hemos leído mucho acerca de Piaget, y tiene una teoría muy importante donde dice que los niños deben pasar por etapas y hay que respetarlas. Aún así los padres están empeñados en que sus hijos sean los más “listos” de la clase. Como muy bien dice la teoría antes mencionada, cada niño pasará por prácticamente las mismas etapas, cada uno a su ritmo, esto quiere decir que unos gatearan y otros directamente de estar sentados pasarán a caminar, y que unos caminaran a los 10 meses y otros a los 16 etc.
Pero lo que no se puede pretender es tener a un niño todo un verano enseñándole a leer o a sumar, para que así cuando vaya a la escuela sepa más que ninguno. Los niños aprenderán a hacer todas estas cosas, pero cada una a su tiempo, para que un pequeño llegue a este proceso es necesario que antes se haya desarrollado cognitivamente lo suficiente para poder entender esos procesos, porque de lo contrario podemos crearles frustraciones y una tensión innecesaria de tener que llegar a unos conocimientos que no le corresponden a su edad.
Lo mismo sucede en las escuelas infantiles, cuando una educadora se pasa el día con un bebé poniéndolo de pie y cogido de los brazos para así decirle a los padres mira como camina tú hijo, lo bien que le hemos enseñado, lo único que podemos causarle es problemas en su espalda y extremidades.

“La autonomía es así a la vez emocional, social, moral e intelectual. El que un individuo utilice o no su inteligencia depende en gran medida de lo afectivo que él se siente al descubrir las cosas”
En cuanto he leído esta frase se me han venido muchas cosas a la cabeza, la de veces que he escuchado; le doy de comer yo porque sino se pone todo perdido, le visto para ir más rápido, le lavo los dientes que mi hijo lo hace mal etc. o la costumbre que tenemos de ver que si un niño está jugando con algo, un ejemplo poner distintas figuras en su correspondiente hueco, y no acierta, coger la figura y ponerla nosotros.
Todas estas cosas hace que los niños no desarrollen su autonomía, para nosotros algo tan sencillo como subirnos los pantalones, para ellos es un mundo, necesitan saber utilizar su motricidad para poder hacerlo, y haberse desarrollado cognitivamente para saber que debemos estirar de delante, luego de atrás etc.
Dejar que hagan todas estas cosas por ellos mismos, les está ayudando muchísimo en todos los aspectos, les hace más capaces para todo, pero si no les ayudamos en esta autonomía, les podemos llegar a hacer personas dependientes del adulto en todo momento y que crean que no son capaces de hacerlo creándoles una desmotivación por hacer las cosas por sí mismos.

tema 3 psicología

Debo empezar diciendo que no conocía nada de las inteligencias múltiples de Gardner y realmente me han impresionado. Cuanto más leo sobre este tema, más ganas me dan de ponerlo en práctica, de hecho en cuanto tenga la oportunidad, me gustaría visitar el colegio Montserrat para ver cómo lo trabajan.

Creo que Gardner tiene razón en todas las inteligencias de las que habla, yo nunca me las había planteado así, pero es cierto que cada uno de nosotros desarrollamos una inteligencia más que la otra, y de eso se trata de que haya gente que sobresalga de unas más que de las otras, de ahí que haya buenos músicos, poetas, deportistas etc.
Lo que hay que tener claro en nuestra profesión como docente, es que cuantas más oportunidades demos a los niños para desarrollar cada una de ellas, más provecho le irán sacando a todas, no debemos pretender que sean unos genios en todas las materias, pero si darles la oportunidad y motivarlos para que puedan desarrollarlas.

Posiblemente ya lo he mencionado en otras ocasiones, pero no me cansaré de repetir la importancia que tienen las emociones. Hasta el momento tan sólo se han preocupado en que aprendamos una materia, temario que pasados unos días prácticamente se nos olvida pero que nos ha servido para que nos pusieran una nota. Cuando yo iba a la escuela, no había momento para las emociones, cómo nos encontrábamos, nuestros sentimientos y preocupaciones poco importaban. Quizás, si en algún momento alguien se hubiera ocupado de esta parte tan importante, las cosas hubieran ido de otra manera.

Han pasado los años y cuando me encuentro con una de mis maestras, me sigue repitiendo las mismas cosas que hace 20 años atrás, “que malo era Luis”, “ la clase parecía un gallinero”, “todo lo que yo sufrí con esa panda de sinvergüenzas”…..
Estas mismas frases las lleva repitiendo desde que yo tenía 11 años, pero lo que no hizo nunca fue preocuparse por lo que estaba pasando. Si Luis para ella era “malo”, debería haber buscado soluciones, interesarse por lo que estaba pasando a su alrededor, pero lo único que hacía era mandar una carta a los padres diciendo que estaba castigado una semana sin ir a la escuela por su mal comportamiento.
Ahora una vez he reflexionado sobre todo los sucedido, me doy cuenta de que Luis era un niño movido, le gustaba hablar en clase y llamar la atención, posiblemente gran parte se debiera a que sus padres se separaron por aquel entonces, y que la maestra, no supo tomar las riendas y favorecer un ambiente adecuado, motivando y trabajando las emociones de los alumnos, sino que hizo todo lo contrario, se proclamó como una víctima de lo que estaba sucediendo y encontró el apoyo del resto de los profesores.

Lo que he querido reflejar escribiendo sobre mi propia experiencia, es que cada día, en las aulas se deberían trabajar las emociones en las aulas, el profesor Toshiro Kanamori es un gran ejemplo de esto, como trabaja la educación emocional es digno de se imitado.

educación inclusiva


  La educación inclusiva en los niños sordos.

El debate sobre el modelo educativo más efectivo para desarrollar el concepto de “inclusión” en el caso de los alumnos sordos ha sido y es en la actualidad el origen de una gran controversia. Dos cuestiones aparecen inevitablemente siempre que se aborda esta cuestión: la lengua y la identidad. Planteando que lo importante es la capacidad de los sistemas educativos para encontrar soluciones adaptadas a las características de los alumnos sordos que permitan su desarrollo lingüístico, social, emocional y académico. En este sentido, se sugieren algunos indicadores que caracterizan los programas educativos que buscan la inclusión de estos alumnos.

La Declaración de Salamanca (UNESCO, 1994), documento político que defiende los principios de una educación inclusiva, propone que todos los alumnos tienen el derecho a desarrollarse de acuerdo a sus potencialidades y a desarrollar las competencias que les permitan participar en sociedad. Para alcanzar este objetivo, el sistema escolar tiene la responsabilidad de ofrecer una educación de calidad a todos los alumnos.

Tener derecho a la educación significa garantizar que todos los niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad y con una igualdad de condiciones. Avanzar hacia la inclusión supone reducir las barreras que impiden o dificultan el acceso, la participación y el aprendizaje de calidad, con especial atención en los alumnos más vulnerables o desfavorecidos, por ser éstos los que están más expuestos a situaciones de exclusión y los que más necesitan de la educación.

Me voy a centrar en la inclusión de los niños sordos, uno de los mayores problemas con lo que se encuentran estos niños es la falta de profesores que conozcan y dominen la lengua de signos y puedan utilizarla de forma efectiva en los procesos de enseñanza-aprendizaje de los alumnos. Otro gran problema son las dificultades para interactuar con los alumnos oyentes y con los profesores al no compartir un código comunicativo, así como las dificultades para seguir el ritmo de aprendizaje de sus compañeros oyentes del aula.
Para estos niños los sistemas educativos deben permitir su desarrollo lingüístico, emocional, social y académico, ayudado por la sociedad que debe ofrecerles oportunidades para desarrollar habilidades y competencias que les permitan crecer como personas seguras, capaces de relacionarse y de actuar de forma lo más autónoma y satisfactoria posible en ambos contextos sociales.

La educación de los alumnos sordos ha girado (y sigue girando) entorno al debate sobre cuál es el modelo educativo más adecuado, tanto en lo que se refiere a la modalidad comunicativa (debate acerca de la utilización o no de la lengua de signos) como al contexto educativo (centro ordinario vs. centro especial).
La modalidad comunicativa más adecuada dependerá, entre otros factores (concepción educativa, recursos disponibles, necesidades educativas particulares que cada alumno…), de si consideramos a las personas sordas básicamente como deficitarias para adquirir la lengua mayoritaria de la comunidad oyente o, por el contrario, como competentes en el manejo de una lengua minoritaria: la lengua de signos.

La experiencia educativa acumulada en los últimos años nos enseña, pues, que los contextos educativos “específico” y “regular” que han venido existiendo no ofrecen una educación de calidad a un buen número de alumnos sordos. La cuestión no está en discutir si es más indicado que estos alumnos se escolaricen en centros de integración o en centros especiales, sino, más bien, sobre cuáles son las características que debe tener un determinado centro, sea éste ordinario o específico, para responder adecuadamente al reto educativo que plantean estos alumnos, extrayendo las ventajas de cada uno de los contextos.

Una educación de calidad para los alumnos sordos debe propiciar el acceso a los aprendizajes escolares en igualdad de condiciones a los compañeros oyentes. Eso significa ofrecer el curriculum ordinario (con las adaptaciones que sean precisas), posibilitar que de verdad el alumno sordo comprenda y participe de las situaciones de aula (para lo cual muchas veces será preciso emplear la lengua de signos), propiciar situaciones que posibiliten el aprendizaje de la lengua oral y escrita de su entorno (con los consiguientes recursos tanto personales como materiales que necesiten) y ofrecer situaciones, que favorezcan el establecimiento de relaciones de amistad con otros compañeros sordos y oyentes, y que promuevan el desarrollo armónico de su personalidad ayudando a los alumnos a crecer en un entorno bi-cultural. Ello pasa por establecer un difícil, pero necesario, equilibrio entre lo que debe ser común y compartido con el conjunto de alumnos que aprenden y lo que debe ser singular y específico en la enseñanza del alumnado sordo.

El camino hacia una educación más inclusiva:

Un evidente denominador común de todos los centros con una orientación inclusiva y que, por ello, aspiran a ofrecer una mejor educación a todos sus alumnos, es que dedican gran atención y esfuerzo a la tarea de revisar críticamente su cultura escolar, sus planes de acción y sus prácticas cotidianas buscando aquellas “barreras” que, por las razones que sea, limitan las posibilidades que algunos alumnos experimentan para poder aprender y participar en igualdad de condiciones que sus compañeros.

A continuación señalaré algunos indicadores que pueden ayudar en la práctica a construir alternativas más inclusivas en la educación de estos alumnos:

  • Promover actitudes positivas hacia la diversidad, en este caso concreto, hacia la sordera.

Las diferencias individuales han de ser conocidas y tenidas en cuenta a la hora de planificar, desarrollar y evaluar una propuesta curricular que se adapte a las mismas y que permita al alumno aprender, pero ello debe hacerse compatible con desarrollar en los alumnos y en los profesores una actitud positiva hacia la diversidad, siendo éste uno de los objetivos básicos que se persigue con la educación inclusiva.

  • Desarrollar sistemas de comunicación compartidos y efectivos para establecer interacciones con su entorno social y para acceder a los contenidos curriculares.

Como objetivo es lograr que estos niños sean competentes en dos lenguas. En este sentido se deberían desarrollar enfoques educativos que permitan a los niños sordos el aprendizaje de ambas lenguas, lo que facilitaría el poder prestar los apoyos que requieren en cada momento de su desarrollo.

  • Acceso al currículum ordinario con las adecuaciones o adaptaciones que sean precisas.

En el marco de la escolaridad obligatoria, el sistema educativo establece una serie de objetivos de experiencias y de aprendizajes que deben garantizarse para todos los alumnos sin excepción, en la medida en que se consideren esenciales para su adecuado desarrollo y socialización en la sociedad. Ahora bien, la presencia en el sistema escolar de alumnos “diversos”, ha supuesto la necesidad de que los profesores tengan que enfrentarse a una gran variabilidad de diferencias individuales y de formas de aprender, que se traducen en distintos ritmos de aprendizaje, diferentes predisposiciones para aprender, desiguales intereses y apoyo familiar.

  • Crear un entorno social y afectivo que favorezca el desarrollo armónico y ofrezca oportunidades para la interacción tanto con iguales como con adultos.

El aprendizaje de conocimientos requiere de la interacción con los demás. Por tanto, los alumnos sordos no sólo necesitan un sistema de comunicación con el que comunicar y aprender sino también interlocutores que compartan ese lenguaje y con los que establecer auténticas interacciones comunicativas y realizar la construcción de conocimientos. Para estos alumnos la oportunidad que les ofrece la escuela de establecer interacciones con interlocutores con adecuadas habilidades comunicativas juega un papel de vital importancia para su desarrollo.

  • Acceso a la cultura de la comunidad sorda.

Los alumnos sordos deberían de tener acceso a la cultura sorda dentro del centro educativo, por razones de identidad y de autoestima. Y, de igual modo, los alumnos oyentes del centro educativo deberían de conocer y valorar esta cultura.

Como conclusión de todo lo que necesita un niño de estas características para que realmente se pueda llamar educación inclusiva:

- Contribuir al desarrollo de la competencia comunicativa general de los alumnos sordos, posibilitando que puedan comunicarse de la manera más completa y eficaz posible con otros usuarios competentes en lengua de signos.

- Dotar a los alumnos de un instrumento de representación del mundo y del conocimiento, y de un medio eficaz de planificación y toma de decisiones a lo largo de toda la vida.

- Contribuir, junto con las restantes áreas del currículo, al desarrollo de las capacidades intelectuales, motoras, de equilibrio personal, inserción social y relaciones interpersonales, evitando los desfases o desajustes evolutivos que puedan producirse como consecuencia de la falta de competencia lingüística.

- Ayudar a los alumnos a valorarse como personas sordas en una sociedad mayoritariamente oyente, en la que deben sentirse realmente incluidos, siendo conscientes de sus propias posibilidades y limitaciones y apreciando la diferencia como un rasgo positivo.

- Favorecer la valoración de la lengua de signos como instrumento de expresión de la cultura de las personas sordas, en sus diversas manifestaciones.

- Promover una visión positiva de la diversidad lingüística y de manera particular de las relaciones entre la lengua de signos y el español, contribuyendo a desarrollar una actitud constructiva hacia el bilingüismo, no sólo como una necesidad, sino como un valor de la Comunidad Sorda.